Sensi
Budia
Lucena (Córdoba), 1993
Escribe poesía y dirige la revista literaria Saigón desde el año 2015
Bio
Asunción María Budia Juárez, más conocida como Sensi Budia, es graduada en Filología Hispánica por la Universidad de Córdoba, máster en Profesorado de E.S.O., Bachillerato, F.P. y E.I., y máster en Estudios Hispánicos Superiores por la Universidad de Sevilla. Poeta, cantante y músico autodidacta, desde 2015 dirige la Asociación Cultural Naufragio y la revista Saigón, gestionando diversas actividades culturales en la Subbética cordobesa, principalmente. Ha colaborado con otras revistas literarias como Groenlandia, Aldaba, Suspiro de Artemisa, Círculo cuadrado, Terral o Sur.
Fue finalista de la IV Edición del Certamen Ucopoética (2016), ha publicado en varias antologías como Supernova (Bandaàparte, 2016), Quejío. Córdoba con Grito de Mujer (2016 y 2017) y Ni diosa, ni dulce ni serpiente (Diputación de Córdoba, 2020), entre otras.
En enero de 2018 publicó su primer poemario, Veinte teselas para un pequeño mosaico, en la Colección Manantial del Ayuntamiento de Priego de Córdoba, donde han publicado poetas de la talla de Andrés Neuman, Juana Castro, María Rosal o Alejandro López Andrada. Actualmente, trabaja como profesora en la Escuela Pública y ha residido en diferentes puntos de la geografía española, donde ha continuado su desarrollo profesional y artístico.
Contacto:Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Instagram: @sens_ability
Revista Saigón
Poemas
Destinos provisionales
Mi coche estampa insectos en su luna
como una vitrina en cualquier museo.
Mi padre los desintegra en la gasolinera:
revisa la presión de los neumáticos,
el nivel del aceite;
zarandea el líquido azul anticongelante
sin saber que todo eso soy yo:
que está mirando las entrañas de su hija nómada
en mi máquina autómata.
(Publicado en Ni diosa, ni dulce ni serpiente, 2020)
Vesta
Mi cuerpo es una estancia
de luz cálida;
ventanales grandes que dan a las tapias
de los vecinos,
un ojo-patio de azulejo andalusí
que se come las malas hierbas.
Esta casa es heredada
y en sus paredes se deja ver
un esqueleto de ladrillo visto;
una grieta libera la enfermedad
de todas las mujeres que han sido mi madre.
Esta casa milenaria me pasa factura
y ya no puedo pagarle con poemas.
(Inédito)