Sara Mª Ángeles
Ruiz-Henestrosa
Rota (Cádiz), 2000
Escribe principalmente poesía, que ha sido reconocida en dos certámenes y también aparecen poemas suyos en revistas como Caracol nocturno y en las antologías Maldita Musa y Deseo
Bio
Soy Sara María de los Ángeles, tengo 20 años y mi nombre tan largo es fruto de un desacuerdo de mis abuelas al nombrarme. Nací en Rota y actualmente estudio en Cádiz un doble grado en Filología Hispánica y Lingüística por mi auténtica pasión por las letras y mi sueño de poder enseñar español a extranjeros. Respecto a la literatura, desde que descubrí de pequeña El diablo de la botella, de Robert Louis Stevenson, o Platero y yo, de Juan Ramón Jímenez, nunca he parado de leer.
Por otro lado, escribo desde que tengo memoria, siempre poesía, y forma parte tanto de mi identidad como de mi vida diaria. Respecto a mis méritos literarios, quedé segunda en el certamen de poesía a nivel nacional que convocó ASEAPO en 2020, y mi poema saldrá publicado en la antología Maldita Musa. Además, he asistido en 2020 al seminario que imparte Ucopoética, quedando finalista de este concurso, y he tenido la suerte de participar en la antología de nuestra promoción en 2021. Por último, la revista Caracol Nocturno publicó en enero de 2021 uno de mis últimos poemas.
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Instagram: saraperocomosinolofuera
Poemas
I. Declaración de existencia.
Un cocainómano habla mucho
y se entrecorta
como una canción pastillera o
un aspersor estropeado,
y busca cobijo como un gorrión
hambriento sin desparasitar.
Yo últimamente como mucho
y me ahogo con mi propia saliva
como un enfermo terminal.
Estoy comiendo para poder
decir sin palabras EXISTO,
para tranquilizarme tras la
vomitona: estoy bien.
No, estoy mejor.
Porque todo acto físico es una
declaración materialista
a la paradoja de la existencia,
y por eso me gustaría que mi cuerpo
ocupase un papel relevante
en la mesa de la cocina,
plasmar mi cuerpo en otro cuerpo,
tragar materia en veladas amigables
donde no me conocen,
transformar la materia en energía
y gastar esa energía en trascender
a algo superior que esta serie
de procesos físicos que deberían
ser suficiente para poder afirmar EXISTO
pero aun así el aliento se me enreda como
las palabras en esta torpe declaración
de existencia:
Lo cierto es que quiero entrar en un estado
de inanición eterno, drenar mi estómago
como una cloaca dolorida, rechazar
las drogas y el placer, sobre todo el placer,
cualquier pasión que finja saciarme;
Quiero explotar como una estrella azul,
una SUPERGIGANTE,
y que mi muerte fascine a los astrónomos,
que piensen esta supernova debe significar
algo más que energía liberada,
quizá es un mensaje de amor hacia la Tierra,
ser un fenómeno irrepetible en la historia
de la humanidad, bellísimo como cuando
la luz se rompe,
que a nadie le dé tiempo a fotografiarlo,
y que pidan a mis restos un deseo colectivo
que suponga el comienzo del primer versículo
de una nueva sagrada escritura.
II. Campo del Sur
De pocas cosas guardo certeza:
no volverá a amanecer en Campo del Sur
como aquella vez con la juventud piando,
ni exprimiré el jugo de la chirimoya
con un cuchillo de caza áureo.
De la ribera germinarán a la inversa
niños bombardeados que esperan recibir
un nombre antes de la víspera de pascuas.
No es mucho lo que sabe la pobre abeja
cuando se ahoga en la alberca,
sin embargo, es suficiente.
Y menos sabe el helicóptero,
que sin gracia ni instinto
hace como si volara cual pichón
surcando la bóveda celeste.
Qué sabrá el hombre, qué sé yo
cuando escucho a los vecinos hablar
de las compañías telefónicas, las radiaciones
de las antenas, el cáncer
(el cáncer me recuerda a un gato persa gris
orinándose por las esquinas)
Pero pareceriera que el oso conoce algo
que es auténtico cuando agarra entre sus zarpas
al salmón vivaracho y no me cabe duda de que
el depredador ama a su presa, sin embargo
el verdugo no ama a su ajusticiado.
Escasas son las cosas de las que guardo certeza,
otras muchas no me quitan el sueño
(los mártires, la jurisdicción militar,
los convites folclóricos y pedantes...)
y el resto, que ignoro, no me pesan:
Intentar entenderlas sería como diseccionar
el cerebro de una mariposa azul, rosa fucsia,
salpicada de ámbar y mañana naranja, ultravioleta,
siempre colorada, intangible, incalcanzable...
Ambrosía latente en la enciclopedia de todos los dioses.