Javier
González Sánchez
Villanueva del Arzobispo (Jaén), 1990
Trabaja como veterinario de salud pública en un matadero en Andalucía, vive en una furgoneta en un área de autocaravanas. Sigue escribiendo, pero no publica
Bio
Nació en Villanueva del Arzobispo, Jaén. Con doce años, fue a vivir a Úbeda y después a Córdoba, a estudiar veterinaria. Al finalizar la carrera comenzó a vivir en diferentes ciudades, también países, donde trabajó como veterinario clínico de pequeños animales. Dejó la clínica veterinaria por la salud pública veterinaria, campo en el que actualmente ejerce. Fue finalista de la I y la II Edición de Ucopoética.
Instagram: un_verso_y_tres_incendios
Poemas
. ἡ Ἀκρόπολις τῶν Ἀθηνῶν
Solo era una pequeña y soleada llanura,
con una roca en el centro y, alrededor,
manantiales de agua potable.
Katerina Servi
¿Recuerdas la azotea y su orientación al sur de la ladera
el color del cielo y el del mármol como leche agria?
¿Recuerdas la niebla tapizar el dolor de las columnas
el sentido del sendero de las Panateneas?
¿Recuerdas el punto de fuga y la violencia en las metopas
la luz de la casa y el Odeón en memoria de Regilla?
¿Recuerdas la hierba entre los asientos del teatro
al viento levantar la timidez de la lluvia
la erección de las finísimas gotas en tu pelo como escaras?
¿Recuerdas el hueco de mis manos lleno de tu aliento
el hueco de tus manos como el portal de una casa<
el fuego y las volutas de ceniza desprendidas de tu boca?
¿Recuerdas los surcos del agua en los fustes y los andamios
en los periodos entre el ruido y en el óxido de la historia?
¿Recuerdas los rostros de mujeres reducidos a canteras
la superficie roma de los cuerpos desgatados por el paso?
¿Recuerdas que atravesé en aquel instante la veta de tus ojos
negros y desnudos engullidos por la belleza?
HOSTAL 82
Ceno las sobras de una tortilla precocinada. Suena el móvil, un mensaje, es ella preguntándome qué tal el día. Cómo decirle, de nuevo, que los días son iguales sin sonar hostil. Cómo decirle que madrugo mucho más de lo que imagina, que la habitación es más pequeña de lo que cree, que no voy a reuniones importantes y que, cuando vuelvo del trabajo, no doblo con cuidado ningún traje, sino que me quito una ropa que huele a sangre y plumas, de una botas llenas de mierda de gallinas de desvieje y pollos de cincuenta días, que me meto en la ducha y me deshago de este olor a muerte e industria, que voy al bar más cercano y pido una cerveza, algo de comer, un cigarro a cualquier persona y ése es todo mi contacto con el mundo.
Qué pensará de mis manos cuando regrese, abrasadas y levantadas por el agua caliente, romas y duras como el mango de los cuchillos. Qué se imaginará, cuando me siente en borde de la cama de la niña, y la niña me pregunte por el viaje y yo le hable de ciudades y edificios altos, de preciosas vistas nocturnas como un cielo estrellado sobre la tierra. Qué pensará cuando le entregue a la niña el regalo, qué pensará de la historia que le cuento.
Qué creerá que hay detrás de mis mentiras.